Apago las luces, y condenso el aire, con mi esencia.
Condeno a la oscuridad, la obligo a permanecer quieta.
Mi anatomía luce algo insinuante, sin dejar de estar nerviosa ...
Un par de mentiras y anhelos sobre un papel, lápiz labial gastado.
Zapatos charolados, taco aguja y medias de red, cubiertas por telas de virgen, de señora ... de amante.
Las puertas lucen quietas y mis cuadros animados.
El oxigeno y el exterior, inquietos, acelerados, las luces derritiéndose, formas nocturnas toman presencia.
El reloj se mueve, sin cesar, ningún intento de detenerse... marca las diez.
El sonar de unos tacos, perturba, el portero quiebra toda la escena, los colores oscuros se pierden...
Lentamente oigo la pronunciación en tus labios atraves de un debilitado portero, las escaleras te dan la bienvenida...
Los colores asumen nuevamente sus matices, en un parpadeo, tus manos escarban entre mi piel y tu anatomía se impone, revolcándose entre los pedazos de tela que aún quedan.
Ojos siniestrados, e intentos de palabras, todo se ahoga...
nervios al ser vistas, inseguridad y placer detonados.
De anatomías a las puertas, de las puertas a las anatomías...
ventanales asombrados, paredes con los ojos cerrados.
Tu saliva con sabor a caramelo, diamantes quebrados... perlas calientes.
Un par de tetas liberadas, y prolongaciones de pelo desatadas.
Sin saber pronuncias mi nombre, y yo acaricio tus venas.
Humo y orgasmos concebidos, todo el entorno se torna impactado.
Lo prohibido toma forma, poco a poco nos vamos cubriendo.
La censura se nos recuerda, el rechazo hace hincapié... nos miramos...
-¡Hola! ¿como estas?
Luis R. Parodi.
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