Corro sin sentido, entre esquinas.
Mis piernas débiles, siento el quebrar de mis huesos.
Proyecto una caída, impacto con mi rostro sobre un piso de tierra húmeda y piedras.
No sé donde estoy, escapé de casa, me siento perdido.
Siento el sabor a huesos podridos, a mezclas sin definiciones, consumidos en esta porción de terreno.
Mis tendones destruidos, mis lagrimas caen al son de sangre en mis rodillas.
Mi pelo demacrado, heridas por doquier.
Mis miedos desbotonando mi ropa, desnudándome.
Comienzo a arrastrarme, hasta llegar al lago, casi una misión imposible.
El dolor me consume, sin embargo, siento placer, lo siento verdadero, poco fistixio.
El cielo con azules condensados, y nubes esponjosas.
Siento el aire vibrar entre mi sexo, mis piernas, mi pecho, la ropa se consumio.
No puedo lograr ver mi reflejo, me siento morir.
Una sonrisa se me escapa.
Un duo de animales hambrientos me huelen, sus ocicos calientes sobre mi piel anesteciada, se marchan, soy inservible.
Pierdo el sentido, el conocimiento... mi reloj, aceleradisimo.
Me consumo en la noche, y silencio.
Lejos de ciudades, calles y trafico, desconcertado, con una anatomia golpeada inanime en un monticulo de tierra, en algún rincon perdido, lejos de toda circunstacia.
En cada relampago, puedo ver mi rostro, mis gestos, mis facciones dañadas, mis ojos dilatados.
Inmobilidad de mis pies, dedos congelados.
El frio se apoderó, endurecí.
Me levanté, y comencé a correr, y a correr, y a correr, a lo largo de caminos entre bosques y miradas, entre dedos que me señalan, entre gritos que me recuerdan...
Huir de mi, de ese cuerpo que no era mienbro de mi realidad.
Hasta perderme.
Estoy muerto, y aún no lo comprendo.
Luis R, Parodi.

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