Permeabilidad, integridad, totalidad, dimensionalidad.
Restos de carmesí sobre mis escamas, me proyecto en ojos cerrados y cuerpo desparramado.
Un nuevo cuerpo amante, partió...
Y es ahi donde mi realidad comienza a tomar consistencia.
Las sabanas, como la tierra en un cementerio, cubren parcialmente mi anatomía.
Me quité los ojos, las orejas, no siento, no oigo, estoy transportado.
Los ventanales atraviesan toda la ciudad, las luces se condensan con las cortinas.
Pies entrelazados, ilusiones que reposan sobre una mesa, y sentimientos en un vaso de agua.
El parqué esta más quieto que de costumbre, los dedos hoy ya tanto no lo caminan, la piel no lo aborda como de costumbre...
Cada rincón de la casa luce despreocupado, quietud.
Del techo comienzan a brotar cartas con mi nombre en destino, el piso se entorpece, las lagrimas que oculté se revelan y comienzan a escaparse.
Todo colapsa.
La humedad en mi alrededor me despierta, me cortejo en puntas de pies.
Despliego mis trajes, me envuelvo en miedo, y cubro mi rostro con timidez.
Tanto pretendía negarlas, pero ahí están... brotando como un caño descolocado, como un rio, mis lagrimas, empapando cada centímetro, cada recuerdo, cada momento negado.
Me desespero, pienso en las personas que habitan arriba, las de abajo, y en este caudal de agua que fluye sin igual.
La ciudad luce quieta, mi corazón esta quieto.
Marco perímetros, calculo sensaciones y respondo las ecuaciones de mi mente.
Requerimientos y necesidades, te extraño.
No pretendía hablar de amor, pretendía dormir, esconderlo... pero se desbordó.
Hasta mi cuello, aún así ardo, en un fuego de desconcierto, de descontrol... ardo porqué estas lagrimas lucen furiosas, queman.
Las asumo, como resultado de un calculo, supongo el acto donde se evaporan, me dejan tranquilo, y todo forma parte desde un cero total.
Brisas en detalles, sonrisa simulada.
Parten, se escurren, treinta y cinco pisos bañados en mis lagrimas... será, no será, no lo sé.
Proyecto, espero, y parto.
Un sueño, dos, tres, cuatro, veinte, cien, están ahí esperando a depositarse en mi cabeza, me quito todo nuevamente, no oigo, no siento, no miro...
¿35 pisos volverán a sumar?
Espero estar listo para la próxima revelion.
Luis R. Parodi.

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