En mis entrañas llevo adherida su perdida.
Camino lento, casi sin pensar.
Bordeo extremos, saboreo placeres explosivos.
Contemplo el entorno y noto que ya no estas...
Propongo buscar algo que imite tus sonidos, tus pasos, el tono de tu voz, pero tal intención fracasa... se torna imposible.
Busco vida en aparatos, en huecos, en algún rincón... pero no, ya no, simplemente no.
Debilitando mis intenciones y direccionandome hacia el rincón del llanto y los recuerdos frescos.
El frío se impregna con más fuerza en cada célula, en cada elemento que compone mi escena cotidiana.
Busco tu olor, quiero dibujarte con mil colores y un sin fin de días viviendo a mi lado.
En mi sangre hierve lo que me dejaste, la herencia de oro en momentos, palabras dichas, cosas prometidas, compartidas... uno de los amores más sinceros.
Un grito resuena en mi corazón, expresa lo mucho que mis ojos y mis oídos te extrañan.
En una dimensión que me desborda, en la que me siento perdido.
Todo es nuevo, pretendo consagrar readaptación, integración... pero al momento, solo brindo pausa, estáticas y silencios, para poder pensarte mejor, amarte en silencio y quebrar el viento con las lagrimas que me acompañan.
Te amo, es inevitable, como a nada, como a nadie.
Un amor que jamás volveré a sentir por nadie... y otro amor, que nadie por mi sentirá.
El tiempo avanza, sin preocuparle mi caída, es más ni la considera, simple avanza.
Debo pararme, y retomar lo perdido, porque en ese avance, esta mi reencuentro con vos.
Vos y yo de nuevo, juntos.
Estas palabras develan mi lado más conflictivo, dual, sentimental, el que tan solo vos conoces mejor que nadie, el que tan solo yo sé manejar como nadie.
Parto, es hora de ir a aquel rincón, a aquel lado, donde en ojos cerrados me aproximo, te siento y te confieso cuanto es lo que te amo y extraño.
